Lo que se dijo, lo que se peleó y lo que viene en la Cámara de Diputados

 

El periodo legislativo terminó como suelen terminar las buenas películas políticas: con aplausos, reclamos, discursos largos y una enorme lista de pendientes que volverán a la mesa en 2026. Y aunque la política mexicana a veces parece un mundo reservado para especialistas, lo que se mueve en San Lázaro acaba definiendo cosas tan simples como si tu voto cuenta bien o quién protege tus derechos cuando un funcionario se pasa de listo.

Kenia López Rabadán, presidenta de la Cámara, arrancó haciendo algo poco común en la política: agradecer. Agradeció a los medios por aguantar noches, madrugadas y sesiones que parecen ligas de resistencia mental —como la más reciente, que duró casi 25 horas. Sí, un día entero discutiendo leyes sin apagar las luces. Entre esa maratón y las 44 sesiones del periodo, los diputados procesaron más de mil iniciativas, aprobaron nuevas leyes, reformas constitucionales y decenas de cambios a la legislación vigente.

Y aunque la mayoría de esos debates se llenaron de jaloneos entre Morena y aliados contra la oposición, hubo un momento de claridad colectiva: todos aprobaron la Ley contra la Extorsión. En un país donde este delito crece más rápido que cualquier otro, ponerse de acuerdo no solo era urgente, también era un mensaje: cuando la ciudadanía está lastimada, la política debe servir.

Pero el gran tema que comenzó a asomarse —y que explotará el próximo año— es la reforma electoral. Se espera que el Ejecutivo envíe su propuesta en 2026 y ahí se abrirá la discusión grande: ¿qué pasará con el INE, con el Tribunal, con los OPLES?, ¿se mantendrá la representación proporcional?, ¿se reducirá el número de legisladores?, ¿se concentrará más poder?

Kenia no se adelanta, pero deja pistas: las instituciones deben protegerse, no debilitarse. No solo por México, sino por lo que se ha visto en otros países, especialmente en Venezuela. La presidenta no evitó hablar del tema y hasta elogió a María Corina Machado, describiéndola como una mujer valiente que hoy representa la defensa de la democracia. Para ella, ese caso debe servir como espejo: si no cuidamos nuestras instituciones, después cuesta décadas volverlas a levantar.

Las preguntas siguieron por ahí: ¿vamos rumbo a un país donde el Estado controla todas las instituciones?, ¿se corre el riesgo de retrocesos?, ¿qué pasa si las reformas electorales se usan para borrar voces? Kenia insistió en que no se puede opinar sin ver la iniciativa, pero también recordó que México vota dividido y que esa pluralidad debe reflejarse en las leyes. Cuando una elección termina 54–46, intentar borrar al otro lado nunca acaba bien.

También hubo espacio para hablar del ambiente interno. Entre gritos que parecen de estadio y faltas de respeto que a veces rayan en violencia de género, se le preguntó a la presidenta si los diputados necesitan cursos para comportarse. Y ella respondió sin rodeos: sí, hay quienes necesitan aprender, deconstruirse y capacitarse. Porque la política, dijo, debe dignificarse, y el respeto no debería ser opcional.

En resumen, San Lázaro cerró un periodo intenso, con números altos, debates fuertes y una advertencia clara: lo que viene en la reforma electoral será crucial para el futuro democrático del país. Fortalecer instituciones o debilitarlas. Proteger el voto o complicarlo. Escuchar a la ciudadanía o decidir a puerta cerrada.

La batalla aún no empieza, pero todos ya están afilando el discurso.

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